Tras exhortación de la ONU: El debate en Chile sobre volver a clases en los colegios este 2020

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La organización advirtió de una "catástrofe generacional" por la suspensión prolongada de las actividades en las escuelas a raíz de la pandemia. Expertos analizan los pro y los contra de mantener esa medida en el país.

Cuando aún faltan cinco meses para que finalice el año escolar, todavía no hay claridad acerca de qué ocurrirá con las clases presenciales en los establecimientos del país.

Si bien hay algunas comunas específicas, como Rapa Nui, Juan Fernández y Río Ibáñez, que han retomado las actividades tras mantener a raya la pandemia, y el plan «Paso a paso» contempla el retorno gradual a las aulas desde la fase 4 (Apertura Inicial); también hay alcaldes de al menos siete comunas que ya han decidido que no se reanudarán las clases en esos territorios este 2020 y varios otros han expresado lo complejo que sería.

Entre los argumentos que han expuesto los ediles está la idea de priorizar la salud, tanto de los escolares, trabajadores, como de las personas de riesgo con quienes viven; no arriesgarse a que pueda haber rebrotes, como ya se ha visto en otros países; que los apoderados no estarían dispuestos a enviar a sus hijos; y que es necesario, antes, realizar cambios en la infraestructura para asegurar que se cumpla el distanciamiento físico.

Por su parte, el ministro de Educación, Raúl Figueroa, ha calificado como «apresurado» negarse desde ya a la opción de abrir las escuelas, afirmando que eso «perjudica a los estudiantes, tanto en lo socioemocional como en sus posibilidades de seguir aprendiendo».

Este martes, la Organización de las Nacionales Unidas fijó una postura al respecto y exhortó a todos los países a dar prioridad a la reapertura de sus escuelas en cuanto tengan controlada la transmisión local del virus. El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que «nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas».

Otra de las cosas que más preocupa a la organización es el tiempo perdido por millones de niños de educación preescolar, una etapa considerada clave y como «el gran igualador».

La «exclusión educativa» y el fantasma de la deserción

En Chile, los expertos también advierten los efectos que puede acarrear no asistir al colegio por un tiempo prolongado, enfatizando en el riesgo de la «exclusión educativa» y «deserción escolar». «Si a un alumno le cuesta participar de un proceso pedagógico, si perdió el contacto con sus compañeros de curso o con los adultos significativos que estaban en la escuela, queda como en una especie de paréntesis. Hay muchos factores que hacen que hoy día el riesgo de exclusión educativa aumente; ésa es una preocupación bien central en estos momentos», señala a Emol Loreto Jara, directora del Observatorio de Política Educativa de Educación 2020.

Dice que, «por las condiciones de conectividad, hay profesores que les han perdido la pista a sus estudiantes, no saben dónde están, si se conectan, si reciben las guías. Ése es uno de los grandes problemas de la educación a distancia». Y advierte que «el riesgo más tremendo» de esta situación «es que la brecha socioeconómica se profundice» y que «los estudiantes que tienen mayor nivel socioeconómico avancen mucho más que aquéllos que están en condiciones de vulnerabilidad». «Lo más probable y lo más triste de todo esto es que es súper probable que los estudiantes de menos recursos aprendan menos», señala.

Ernesto Treviño, director del Centro UC para la Transformación Educativa (Centre), plantea algo similar. «Hay varios efectos negativos, el primero de ellos es que aquellos estudiantes que estaban en alguna situación de debilidad o fragilidad en su trayectoria escolar, ya sea por falta de regularidad en asistir a la escuela, por falta de recursos, por la necesidad de trabajar, estamos seguros que puede haber una alta deserción, si no tomamos las medidas necesarias», señala a Emol.

En ese sentido, dice que hay que «prever cómo vamos a apoyar socialmente a aquellos estudiantes donde sus familias, por ejemplo, perdieron sus trabajos y que, a pesar de estar en edad de asistir al colegio, tienen que elegir entre la educación o la supervivencia».

Otro efecto indeseado, que menciona la experta de Educación 2020, es que «se están perdiendo una serie de aprendizajes académicos y socioemocionales». Sobre lo primero, dice que «se está viendo muy afectado el vínculo con lo pedagógico» y que los aprendizajes «van a ser muy distintos en función de si tienes conectividad o no, o la posibilidad de participar o no en los procesos». Mientras que en lo socioemocional, va a repercutir en «el vínculo con los pares», siendo los «más perjudicados los cuartos medios, por ejemplo, porque se van a perder el último año de colegio, que son instancias de la vida escolar que se están viendo súper afectadas».

Dice además que también se resiente «la potencialidad ciudadana que tiene la escuela como institución». «Los espacios de los consejos de curso, de las asambleas estudiantiles, los espacios donde la escuela es el centro comunitario, donde se hace la campaña de recolección de alimentos, todas esas cosas que vinculan a la escuelas con el territorio y la comunidad, se está perdiendo porque no está el espacio físico de la escuela», señala.

Retorno debe ser con «participación» y «flexibilidad» en las decisiones

Ante esto, la experta señala que «puede ser importante que se retorne lo más pronto posible a la prespecialidad, para retomar estos espacios, pero ese ‘lo más pronto posible’ tiene que estar sujeto a la salud y al bienestar de los participantes».

En esa línea, plantea que un eventual retorno debe considerar las características de los territorios, en lo sanitario, educativo y socioeconómico; la participación en la toma de decisiones, tomando en cuenta lo que piensan «las familias, los colegios e, idealmente, que se considere la opinión de los niños y jóvenes, porque seguramente se van a poner muchas reglas». «Es importante considerar la opinión de los directamente involucrados, eso puede favorecer la disposición de los actores a participar de eso», apunta.

Dice que otro aspecto importante es que haya «flexibilidad» en las decisiones que se toman, ya que muchas de ellas «no están claras hoy día y van a tener que ir evaluándose a medida que avanza la pandemia». «Nadie tiene la respuesta clara hoy día de lo que hay que hacer, por lo tanto, hay que ser flexible en que se tomen decisiones distintas y, seguramente, va a ocurrir que se tengan que abrir escuelas y que se tengan que volver a cerrar, quizás va a haber muchas decisiones que se cambien en el camino y las personas van a tener que tener la flexibilidad suficiente para entender que es natural que eso ocurra», afirma.

Mientras no se reanuden las clases, plantea que «también hay que fijarse en lo que se está ganando» durante este tiempo, en aspectos como la «autonomía en el aprendizaje» y la «autorregulación» de los estudiantes. «No es fácil de conseguir ni va a ser generalizado, pero las escuelas que lo están haciendo bien pueden promover en los estudiantes más autonomía, independencia, más capacidad de indagación», señala.

También menciona que habido un mayor «involucramiento de los padres»; una familiarización y «avance en el manejo de la tecnología» por parte de estudiantes y profesores; y la flexibilización del trabajo escolar, lo que incluso podría perdurar después de la pandemia. «Uno de los aprendizajes de aquí para adelante seguramente va a ser que la escuela flexibilice sus horarios, sus rutinas y sus espacios para el aprendizaje, desrrigidizar y entender que el aprendizaje no ocurre únicamente al interior de una sala de clases», dice.

Ernesto Treviño también cree que «la pandemia ha ofrecido la oportunidad de una tremenda innovación pedagógica». «Uno no puede tener ocho horas diarias a los niños pegados en la pantalla, como los tenemos en la escuela, y eso ha ayudado a que muchas comunidades se den cuenta de que a veces hacer menos es hacer más», lo que se ha traducido en «clases más dinámicas, con menos tiempo el profesor hablando».

Otro aspecto que ve como favorable es que con «la dificultad de poner notas» a distancia –sumado al decreto del Mineduc que comenzó a regir este año–, «se nos abrió la posibilidad enorme de la evaluación formativa, que permite hacer retroalimentación y que la evaluación sea para aprender». Dice además que la priorización curricular que se tuvo que implementar «es una oportunidad de pasar de la importancia de los contenidos a la importancia del aprendizaje profundo». «Antes hacíamos mucho énfasis en el profesor hablando, pasando contenidos, pero ahora como eso no se puede, está mucho más enfocado en el aprendizaje profundo y en el desarrollo de habilidades», señala.

Colegio Médico plantea que retorno sea en la fase 5

Desde el ámbito más sanitario, la Dra. Katia Abarca, pediatra e infectóloga de la UC, miembro del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII), comentó que «en los próximos meses vamos a ir tomando consciencia de cuánto ha impactado, pero ya muchos especialistas han alzado las voces advirtiendo que este tiempo ha sido muy complejo para los niños, para la salud mental, física, social y de su desarrollo».

«Hay niños que probablemente han tenido espacio para jugar, han tenido sus clases, acceso a internet, pero hay muchos otros que no han contado con eso, que han tenido que estar en espacios muy reducidos, prácticamente sin acceso a la educación, porque no tienen las posibilidades, entonces es una preocupación enorme del área pediátrica», señaló en Cooperativa

Respecto de si ve viable volver a clases presenciales este 2020, dijo que «me parece que lo más probable es que no haya vuelta a clases durante este año, a menos que sea en localidades que tenga muy baja circulación y que las medias y los espacios lo permitan». «Se ve difícil, se ve bien compleja la situación para el año escolar, porque hay que tomar muchas precauciones. Los niños se han afectado menos (por el virus), sin embargo, han aparecido cuadros clínicos que no estaban muy bien descritos inicialmente en los niños y que los estamos viendo ahora en nuestra población pediátrica», señala.

Por su parte, la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, cuestionó que el Ministerio de Educación no haya logrado «alinear a todos los actores involucrados» en el proceso de reapertura de colegios y el retorno presencial a clases. «Lo que más vemos con dificultad ha sido la gestión política de parte del Ministerio de Educación (…) que lamentablemente no ha logrado sentar a todos los actores en la mesa», dijo Siches.

En su opinión, «ha faltado conversación con el Colegio de Profesores, con los secundarios, en especial considerando que el plan del ministerio pretende partir con los estudiantes de tercero y cuarto medio». «Si es que el Gobierno quiere abrir los colegios y los alcaldes no están de acuerdo, los padres y apoderados no quieren mandar a sus hijos, los estudiantes no quieren ir, los profesores no van, claramente no lo vamos a poder implementar y ahí hay un esfuerzo que quizás hay que robustecer en esta gestión política de diálogo, y sumar más actores a la implementación de este plan», sostuvo, en entrevista con radio Duna.

Detalló que han estado trabajando con la Sociedad Chilena de Pediatría junto al Minsal en los protocolos para el regreso a clases, lo que en su opinión se debe hacer «en la etapa 5» del plan.

Contenido publicado en EMOL

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