Sergio Arancibia: «¿Es bueno bajar el precio del dólar?»

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Si el dólar está relativamente alto, las empresas chilenas, sobre todo las pequeñas y medianas, pueden tener posiciones un poco más competitivas con respecto al producto importado. Pueden, así, aumentar su producción y generar mayores ingresos y más empleo, con lo cual aumenta el PIB de todo el país.
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Hay una cierta cultura popular que piensa que, si el precio del dólar está alto, eso es malo para el país, y que si está bajo, eso es bueno. Pero ni en la economía ni en la vida, las cosas son tan dicotómicas. El blanco y el negro no dan cuenta de los matices de la realidad.

Se piensa que si el precio del dólar está alto -o más alto que en un pasado cercano- los bienes importados serán más caros. Ese es el razonamiento más simple y más obvio que sirve para tomar posición favorable a que ese precio sea lo más bajo posible. Se piensa que con eso se beneficia a la gran mayoría de los chilenos, pues todos, de alguna forma, somos consumidores. En última instancia a todos nos gusta que los precios en el mercado sean baratos y no caros.

Pero las cosas no son tan simples. Si el dólar está relativamente alto, las empresas chilenas, sobre todo las pequeñas y medianas, pueden tener posiciones un poco más competitivas con respecto al producto importado. Pueden, así, aumentar su producción y generar mayores ingresos y más empleo, con lo cual aumenta el PIB de todo el país. Hay un porcentaje importante de chilenos que se beneficiarían de esta situación. Parte del valor agregado que se compra íntegramente en el exterior, se puede pasar a producir y a comprar, por lo menos parcialmente, en el mercado interno.

Las opciones no son, por lo tanto, comprar bienes importados baratos o comprar bienes nacionales caros. Si así fuera todos estaríamos por lo bienes baratos. Las opciones reales son producir lo más posible en Chile, generando empleo e ingresos, o conformarnos con ser un país importador, siempre y cuando existan el cobre y las frutas con que pagar lo que compramos afuera. Pero como no todos los chilenos tienen acceso a los ingresos provenientes del Chile exportador, la opción real para ellos es producir algo, lo que se pueda, y de allí obtener ingresos, o sumirse en el hambre y la cesantía. Lo primero de lo primero es tener empleos e ingresos, sostenibles y estables, para después ver en qué se gasta lo que se ha ganado.   

Pero hay otro ángulo desde el cual analizar esto del precio del dólar. Todos aquellos que quieran sacar del país todo o parte de los capitales que poseen, pero que están expresados en pesos, podrán comprar una cantidad mayor de dólares si estos se le venden a un precio barato. Y viceversa, si el precio es alto, la cantidad de dólares que podrán sacar del país se reduce. Por lo tanto, la opción de tener dólar barato o dólar caro, coincide con la opción de abaratar o de encarecer la salida de capitales.

Una última cuestión, que no agota obviamente la discusión sobre estos asuntos. El Banco Central está -en forma clara, declarada y transparente-  implementando una política contractiva para efectos de detener la inflación, la cual descansa, en alta medida, en el incremento de la tasa de política monetaria, que ocasiona a su vez, que las tasas de interés aumenten y se reduzcan los niveles de la inversión y del consumo. Al vender 25 mil millones de dólares en el mercado –para detener la subida del precio del dólar- el banco reduce o recoge en forma sustantiva los activos monetarios existentes en la economía nacional, con lo cual los propósitos contractivos de la política monetaria se ven fortalecidos o agravados con esta medida de la política cambiaria. Si la venta de dólares tiene los efectos deseados tendremos dólares más baratos, quizás con un poco menos de inflación, pero en un país con mayor contracción económica.

Todo lo anterior muestra que la economía no es una ciencia simple y que las medidas de política económica no siempre tienen resultados que empujan todos en la misma dirección. Por ello, los economistas y los técnicos tienen el deber de dejar claras estas alternativas de política económica. Su tarea, sin embargo, llega hasta allí. De allí para adelante son los políticos –sobre todo los que han sido elegidos por el pueblo– los que tienen que tomar las decisiones.

Publicado en El Mostrador.

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