Progresos en la macroeconomía y dudas en el crecimiento

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Las últimas estimaciones reflejan los primeros signos de que la inflación estaría empezando a decrecer, aunque en forma lenta. La inflación anual en 2022 se estima en 12,8%, con una tendencia decreciente. La política oficial puede considerarse acertada si esa tendencia continúa. Ha existido una adecuada coordinación entre el Ministerio de Hacienda y el Banco Central en el ritmo de las políticas que se han implementado, en el sentido de que los procesos inflacionarios, en especial cuando son superiores a las tendencias anteriores, generan cambios permanentes y transitorios en la estructura de los precios relativos.

Escrito por: Andrés Sanfuentes Vergara

Esta publicación fue obtenida de la plataforma: El Mostrador

El Gobierno del Presidente Gabriel Boric se inició en medio de una crisis: inflación y estancamiento económico. Tuvo que postergar el comienzo de reformas prometidas en su programa, como la previsión, salud y otras.

Hasta el Gobierno del Presidente Lagos el país creció y mejoró el bienestar de los ciudadanos en forma significativa. Sin embargo, en los 15 años posteriores se redujo y la productividad se estancó.

Todo proceso de crecimiento rápido también genera desequilibrios y desajustes, porque los sectores productivos y los segmentos sociales mejoran a velocidades diferentes y se acumulan problemas que no se solucionan con prontitud.

El estallido social tuvo como una de sus causas que la mayoría de la población no vio cumplidas sus expectativas de mejoría permanente de sus condiciones de vida.

La situación actual refleja que las perspectivas futuras son muy inciertas, ya que la promesa de terminar con el “modelo neoliberal” y reemplazarlo por una “diferente escala de valores” de la nueva generación, como señaló el ministro Jackson en una ilusa señal, se ve muy lejana. El nuevo modelo se basaría en un proceso de industrialización creando nuevas empresas públicas en actividades, como un Banco del Desarrollo, el hidrógeno verde, el litio y otras innovadoras. La carencia de recursos y de propuestas concretas las mantiene como sueños.

En los meses de septiembre a diciembre de 2022 sigue decreciendo el PIB anual, de manera que se estima que en el año solo se logrará un crecimiento del 2%, y en 2023 habría un caída de 0,5 a 1,5%. Sin embargo, la incertidumbre económica está bajando recientemente, lo cual es una buena señal.

La inflación es otro de los problemas económicos de la actualidad. Su origen es diverso:

  • El aumento excesivo de la demanda agregada generada por el fuerte crecimiento del gasto fiscal como respuesta a la pandemia y la demagogia parlamentaria que posibilitó los sucesivos retiros del 10% de los fondos previsionales durante el segundo Gobierno del Presidente Piñera, alentados por parlamentarios de la oposición hoy en el Gobierno.
  • Aumentos del tipo de cambio por factores internos e internacionales.
  • Inflación internacional.
  • Fuerte aumento de los precios mundiales de los combustibles y alimentos, provocado por el conflicto bélico Rusia-Ucrania y el menor crecimiento de China.

Las últimas estimaciones reflejan los primeros signos de que la inflación estaría empezando a decrecer, aunque en forma lenta. La inflación anual en 2022 se estima en 12,8%, con una tendencia decreciente.

La política oficial puede considerarse acertada si esa tendencia continúa. Ha existido una adecuada coordinación entre el Ministerio de Hacienda y el Banco Central en el ritmo de las políticas que se han implementado, en el sentido de que los procesos inflacionarios, en especial cuando son superiores a las tendencias anteriores, generan cambios permanentes y transitorios en la estructura de los precios relativos. Si el nivel de precios muestra un incremento parejo en la mayoría de ellos, las políticas deben ser diferentes a si hay cambios permanentes en esa estructura, como ocurre con los combustibles.

En el primer caso, la acción del Banco Central es importante mediante los instrumentos de que dispone, como son la tasa de interés y el tipo de cambio, que han sido utilizados como mecanismos antiinflacionarios. La crítica que ha recibido en el sentido de que actuó con tardanza no tiene mucho fundamento, cuando la labor del Central es también dar señales estables a los agentes financieros.

Por su parte, Hacienda ha seguido no solo un ritmo similar sino que ha distinguido entre los permanentes y los transitorios, evitando entrar al control de precios, como han planteado algunos obsoletos. En el caso de situaciones permanentes, como el caso de los combustibles, solo ha permitido que el ajuste sea más suave en el tiempo, pero aceptando la nueva realidad, aunque lloren los camioneros y otros menos poderosos, ya que no es solamente un fenómeno transitorio sino que continuará en el futuro. En el caso de los aumentos transitorios, no ha intervenido, permitiendo que actúe el Banco Central con la política monetaria, y los mercados de bienes y servicios determinen libremente la estructura de precios.

Por lo tanto, se puede mirar con buenas perspectivas la evolución futura de la inflación, aunque el descenso sería lento. En todo caso, esa tendencia podría ser alterada si a los sectores políticos, especialmente parlamentarios, no se les calienta nuevamente la cabeza aprobando retiros adicionales del 10% de los fondos previsionales o medidas semejantes.

Respecto al crecimiento económico, la situación es menos optimista en la medida que el Gobierno no aclare y ponga en práctica una estrategia de largo plazo que estimule el ahorro, la inversión y el emprendimiento.

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