Oscar Torres: Un Chile posible: 78% Apruebo, 22% Rechazo

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Pertenezco a la generación del 80, que estudió la Constitución del 80, nueva “de paquete” en su versión original, con su artículo 8 que prohibía las ideologías que promovieran la lucha de clases, con una artículo 24 transitorio que permitía relegar a personas a lo largo del país solo por ser opositores al régimen militar, con senadores designados y vitalicios, con un Consejo de Seguridad Nacional que tutelaba la democracia y en la que, como señaló su ideólogo, tenía tales candados, que aunque llegaran al poder los opositores, el sistema no se movería una hoja.

Al estudiar la Constitución del 80 en su versión original, los académicos que enseñaban esa disciplina aplicaban sus mejores esfuerzos por resaltar su bonhomía para el futuro del país, indicando que se iniciaba una nueva etapa en la historia del país, bajo un presidencialismo fuerte y con garantía del orden, aludiendo al Estado portaliano. Mientras tanto el régimen militar relegaba personas, exiliaba y violaba los derechos humanos de los opositores, mas tarde, en la década del 2000, buena parte de sus defensores declararán que no sabían nada de aquello.

Mientras estudiábamos la Constitución del 80, para aprobar el ramo, marchábamos por las avenidas de Chile, protestando contra un régimen que violaba permanente y sistemáticamente los derechos humanos, condenado por Naciones Unidas y denostaba a los opositores, creyentes de que otro Chile sin violencia era posible.

Nunca oí a un académico de la universidad oficial de la época, hacer una critica a la génesis y contenido de la Constitución del 80, pero las ganas de marchar por la democracia nunca bajaron de nuestro ideario.

No podemos dejar de recordar el Grupo de Estadios Constitucionales o Grupo de los 24, presidido por Manuel Sanhueza y que integraban Patricio Aylwin, Edgardo Boeninger, René Abeliuk, Julio Subercaseaux, Hugo Pereira, Raúl Rettig, Jamie Castillo Velasco, Fernando Castillo Velasco, Juan Agustín Figueroa, Mario Verdugo, Sergio Teitelboim, Raúl Espinoza, Fernando Luis Luengo, Eduardo Jara Miranda, entre otros, a quienes oíamos en sus charlas y conferencias en la universidad paralela, con gran esperanza del retorno a la democracia en una vía que aparecía como imposible.

Así llegamos al plebiscito de 1988 y vivimos el emblemático triunfo del No, con un lápiz y un papel y el inicio de un largo camino, que llega ahora este 25 de octubre de 2020, en que se abre por primera vez la posibilidad de que Chile escriba una Constitución democrática para el Siglo XXI, como dice lucidamente Ricardo Lagos. Se nos viene entonces, un tremendo desafío como sociedad, en que viviremos un proceso constitucional democrático, paritario y en que habrá que poner las mejores energías para un ideario de un Estado Social Democrático y Sostenible, para las generaciones presentes y futuras.

Esta parte de la consulta plebiscitaria la cerramos impecablemente con 78% Apruebo –con convención constitucional– versus 22% Rechazo. Se abre entonces un camino para escribir una nueva Carta Magna, que plasme las mejores ideas para el país, en un proceso que no será fácil. Así se escribe la historia de nuestro Chile, con mucha esperanza de cambio e inclusión, para una Constitución en que la palabra Chile nos pertenezca a todos. Mientras tanto, se apaga la luz de la Constitución del 80, tras cuarenta años de ardiente paciencia.

Contenido publicado en El Mostrador

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