El sistema de capitalización individual instalado en dictadura ha fracasado rotundamente en la provisión de pensiones que permitan a los adultos mayores e inválidos satisfacer dignamente los gastos propios de la vejez y llevar una vida decente.
Esto es particularmente dramático en el caso de las mujeres, pues el sistema tiene reglas discriminatorias con base en género que las perjudican más allá de las desventajas laborales y culturales que ellas sufren. La tendencia de los resultados del sistema apunta a un angustioso empeoramiento de la situación de los trabajadores en el tránsito a la vida pasiva. Es un asunto de la mayor responsabilidad evitar que nuestros adultos mayores sufran la indignidad de vivir esta verdadera tragedia a las que hoy se les condena.
Es nuestra convicción que es indispensable retirar las lógicas de mercado del sistema de pensiones y avanzar decididamente hacia un sistema de seguridad social solidario y tripartito, con equidad de género, que sustituya la capitalización individual. Meros cambios paramétricos a este esquema no son suficientes.