Carlos Mladinic Economista: TPP-11 y Comprensión de Lectura

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Hace algún tiempo atrás se conoció de un estudio donde se constataba que los chilenos en general tenían una muy mala comprensión de lectura.

A veces pienso que esta pueda ser la explicación para tanta crítica que escucho respecto al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, CPTPP o, como es más conocido, TPP-11, que promoviera la presidenta Bachelet y que suscribiera poco antes de terminar su mandato, quedando pendiente su ratificación por el Congreso Nacional, donde se ha estado debatiendo sus contenidos por más de tres años. El debate en la Cámara de Diputados culminó con su aprobación en abril de 2019. En el Senado, se examinó y debatió exhaustivamente tanto en las Comisiones de Relaciones Exteriores como en la de Hacienda siendo aprobado en ambas, faltando sólo que sea votado en la sala. Durante la tramitación en el Senado se llegó incluso a firmar un Protocole de Acuerdo donde el gobierno se comprometía entre otras cosas a “impulsar políticas de desarrollo productivo y de diversificación exportadora, formación de RRHH, de mayores recursos para la innovación y desarrollo, potenciando el desarrollo de las regiones, con el propósito de mejorar la competitividad y calidad de nuestra inserción internacional”.

Dentro de las críticas que circulan por las redes sociales tal vez una de las más destempladas es la que formulara el entonces candidato a convencional Mauricio Daza, hoy ya electo. El define que el aprobar este Tratado sería un “asalto a mano armada para sabotear el proceso constituyente, un “lanzazo”, ya que ley 21.200 establece que la convención tiene como límite los tratados internacionales ratificados por Chile”.

Según Daza hasta el día de hoy Chile ha firmado muchos tratados en materia económica pero que se referían básicamente en materia arancelaria, pero el TPP-11 sería un “tratado completamente diferente a los anteriores”. Después desarrolla unas ideas pero que en lo medular apunta al Capítulo sobre inversiones del Tratado que él considera que transforma a este en uno “muy diferente a los anteriores”. Por esto, agrega, que quien diga que este Tratado es similar a los anteriores es una “vil burda y grotesca mentira y quien lo dice son ignorantes o mentirosos”.  Pero si se compara el Texto del capítulo de inversiones del TPP-11 con el Tratado de Chile con Canadá ratificado el 1996, o el suscrito con EEUU un par de años después o con muchos otros países en años posteriores, veremos que es prácticamente igual. Entonces cuando Daza afirma que “hasta el día de hoy Chile ha firmado muchos tratados en materia económica, pero ellos se referían básicamente a materias arancelarias”, es una afirmación absolutamente incorrecta. Desde hace un cuarto de siglo que los tratados que Daza define como comerciales, incorporan todas las materias a la que él hace referencia. Tampoco es efectivo que este Tratado sea tan diferente a los ya firmado por Chile. Por tanto, la acusación sobre “ignorancia o mentira” que hace el constituyente Daza, se le podría revertir a él.

Además, Daza fundamenta mucho su posición diciendo que la ratificación de este tratado protegería a las AFP dado que sus actuales accionistas estarían vinculados a capitales provenientes de países que han ratificado el TPP-11. Ninguno de los actuales dueños de AFP proviene de esos países.

Otra crítica bastante difundida por redes sociales corresponde al profesor Hassan Akram de la Universidad de Diego Portales. El Profesor Akram tiene, sin embargo, debemos reconocerlo, la honestidad intelectual de aclarar que sus críticas no son tanto al TPP-11 sino que a todos los tratados firmados por Chile desde 1994. Probablemente si Daza hubiese escuchado las críticas de Akram se habrían enterado de lo que él creía aparecía por primera vez en un tratado ya estaba presente de mucho antes. Para Akram el recurrir a tribunales arbitrales para dirimir solución de controversias sería muy perjudicial para el país. Esto en todo caso no da cuenta que las veces en que Chile se ha enfrentado, por materias económicas, a este tipo de tribunales, ha salido generalmente victorioso. De las seis veces en que los ha enfrentado en los últimos años, ha ganado en cinco. Es cierto que se podrá alegar que esto debería quedar sometido a tribunales locales. Pero tal vez por las mismas razones en que los partidos de eliminatorias para el mundial de futbol cuando se enfrentan dos países se designa un equipo arbitral de un tercer país, es que en acuerdos de inversiones entre dos países ambos concuerden tribunales diferentes a los locales. Debemos recordar que todos estos tratados son recíprocos. No sólo protegen inversiones extranjeras en Chile sino también chilenas en el exterior. Y recordemos que uno de esos inversionistas chilenos en el exterior es Codelco, empresa de todos los chilenos.  Codelco anunció recientemente la presentación de un arbitraje contra Ecuador ante la Cámara de Comercio Internacional (CCI) debido al incumplimiento de los acuerdos por parte de la Empresa Nacional Minera de Ecuador, Enami EP, relacionados con el proyecto minero Llurimagua.

Ahora bien, el cómo resolver las controversias es un tema en permanente debate en las negociaciones internacionales, en las actuales negociaciones que Chile lleva a cabo con la Unión Europea para modernizar el Acuerdo de Asociación Chile-UE se contempla cambiar estos tribunales arbitrales por uno permanente para resolver los conflictos que puedan surgir entre Chile y países miembros de la Unión, como ya está previsto en la Acuerdo de la UE con Canadá. Esperamos que sigan avanzando estas negociaciones y que se logre alcanzar un buen resultado para los intereses nacionales lo que sabemos siempre resulta complejo. Así como Chile hará valer sus demandas los países europeos plantearán las suyas y alcanzar un resultado equilibrado será tarea para los equipos negociadores.

Pero en resumen la crítica de Akram no está centrada en TPP-11 sino en la política de apertura comercial de Chile de los últimos 30 años, con la cual se podrá concordar o no, pero no es una crítica especifica al TPP-11.

Otra crítica que ha recibido mucha difusión corresponde a la del profesor de la Universidad de Santiago, José Palma. Palma ha hecho afirmaciones muy catastróficas como “Desde el momento en que se firme el TPP se tendrá que pagar compensación por todo”. No aclara Palma que el TPP-11, como todo tratado, sólo se aplica al ámbito de los países que los ratifican de manera que “todo” resulta un poco excesivo por decir lo poco. Tampoco menciona que Chile ha firmado tratados similares desde hace muchos años y hasta ahora, como resultado de un laudo arbitral, ha debido compensar en una sola ocasión. Hace caso omiso a que explícitamente el texto del acuerdo menciona “el derecho soberano de cada Parte para identificar sus prioridades regulatorias y establecer e implementar medidas regulatorias para abordar estas prioridades, en los niveles en que la Parte considere adecuados”. Por eso resulta más incomprensibles frases de Palma como “cualquier cosa que uno haga por lógica, razonable y democrática que sea, si afecta la utilidad de una corporación, hay pagar compensación”. Simplemente el texto del acuerdo afirma todo lo contrario. Pagar una compensación corresponde hacerlo después de un proceso extremadamente exhaustivo y en casos muy calificados, lo que por lo demás, es consecuente con lo que se dispone en nuestro ordenamiento jurídico interno vigente.

Sostener que un país que haya ratificado el TPP-11 no podrá hacer modificaciones tributarias o establecer royalties, por ejemplo, no solo es erróneo respecto al texto del tratado, sino que contradice experiencias concretas. Nueva Zelanda y Canadá han realizado cambios en ese sentido y México y Perú se prevé lo harán el próximo año. Todos ellos han ratificado TPP-11.

¿Restringe el TPP11, y los otros tratados, la soberanía económica del país? Lo que los acuerdos, todos, restringen es la capacidad del país para hacer uso de su política comercial. Los países que ratifican un tratado se comprometen a liberalizar en un determinado plazo, lo sustancial de su comercio recíproco. Esto es, no aplicar ningún tipo de tributos ni otras cargas ni a importaciones ni exportaciones entre las partes, salvo los impuestos internos que se aplican por igual a las importaciones como a los productos nacionales, como el IVA.  Por lo mismo en forma genérica se les llama tratados de “libre comercio”. Todo esto permite “nivelar la cancha” de la competencia, para las importaciones como para las exportaciones chilenas. Lo anterior no impide que los países apliquen “políticas industriales”. Lo que pasa es que la política comercial ya no puede ser utilizada como una política industrial. Pero la decisión de llevar a cabo políticas industriales es una decisión soberana de cada país. Y por cierto dentro de los socios que ratificaron el TPP-11 hay varios que tienen en sus países interesantes experiencias de políticas industriales, como Japón, México, Canadá, Australia, entre otras, de las cuales podríamos obtener enseñanzas.

En materia de servicios, por su parte, la obligación consiste en no discriminar entre los servicios importados y nacionales similares, salvo aquellas restricciones existentes al momento en que se suscribió el TPP-11.

Otra forma de medir la pretendida “pérdida de soberanía” es examinar qué cambios legislativos hay que hacer para implementar el TPP-11. La respuesta es simple: NINGUNO.

En las últimas semanas se han sumado a las críticas al TPP-11 las que provienen del candidato presidencial Gabriel Boric. Boric ante los funcionarios diplomáticos asociados a ADICA, manifestó, al ser consultado por su propuesta de “revisión” de los tratados comerciales ratificados por Chile, citó una cláusula del TPP-11, pero que el mismo reconoce ya está vigente en el acuerdo de Chile con EEUU.  A lo que hace mención es lo que técnicamente se reconoce como “requisitos de desempeño” y en especial se refirió a “la prohibición de establecer obligaciones de alcanzar un determinado grado o porcentaje de contenido nacional en las inversiones”,  a la de “adquirir, utilizar u otorgar preferencia a mercancías producidas en su territorio, o adquirir mercancías de personas en su territorio”,  y a la de “transferir a una persona en su territorio una tecnología particular, un proceso productivo u otro conocimiento de su propiedad”. La prohibición de imponer esos requisitos de desempeño está efectivamente presente en el acuerdo de Chile con EEUU, pero ya lo estaban antes en el de Chile con Canadá y lo están también en los tratados posteriores firmados por nuestro país. También lo están en TPP-11. Sin embargo, estos ya se prohibían cuando se aprobó el Acuerdo sobre las Medidas en materia de Inversiones Relacionadas con el Comercio (MIC o TRIM por sus siglas en inglés) en el marco de la Ronda de Uruguay del GATT 1994. E incluso se puede sostener que algunas de esas prohibiciones ya estaban implícitamente incorporadas en el artículo tercero del GATT de 1947 del cual Chile es socio fundador. Sin ir más lejos EEUU en la década de 1970, buscó con éxito la confirmación por parte del panel del GATT de que ciertos requisitos de desempeño que requerían que los inversores extranjeros compraran productos canadienses estaban prohibidos por el GATT de 1947. Por tanto, lo que le preocupa al candidato Boric no es algo que se le impusiera sólo a Chile por parte de EEUU ni algo muy nuevo. Es algo que también está presente, con incluso idéntica redacción, en los tratados que EEUU ha firmado con Canadá y México, con los países de CAFTA (Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos) y República Dominicana, con Colombia con Perú y con Panamá, por mencionar a los del continente americano. También están en los que suscribió con EE. UU con Corea, Australia, Marruecos, Oman, etc. Por tanto, de más está decir que este es un punto importante para EEUU. Pero también lo es para todos los miembros de la OMC ya sea en el plano multilateral como bilateral. Como el candidato Boric ha dicho que no pretende retirar a Chile unilateralmente de este tratado con EEUU, sino que “renegociarlo” habrá que preguntarse si ello es posible. Y la respuesta es sí. Siempre es posible. Lo importante es que como se trataría de una renegociación habría que saber que está pensando ofrecer para recibir esto a cambio. Pues de seguro sabrá que una renegociación se trata de eso. Dar y recibir. Sería valioso para el país conocer lo que está dispuesto a ceder. Por lo demás, aunque lograra renegociar con éxito el TLC con EEUU y otros, nada cambiaría pues seguiríamos afectos a las normas de la OMC. Y se trataría de una negociación multilateral que involucraría a 164 países, que han estado bastante complicadas después de la Ronda de Uruguay y sin muchos avances en los últimos 25 años

He dado cuenta sólo de algunas de las críticas que circulan por redes sociales respecto al TPP-11. Las más rimbombantes. Pero leyéndolas se llega al convencimiento, que en este caso el problema no es de comprensión de lectura. Mas bien es sólo de lectura. Muchas de las críticas surgen porque al parecer el tratado no ha sido leído. De verdad tanto este tratado, como casi todos los demás, son bastante extensos y lateros. Pero vale la pena leerlos. Al menos antes de criticarlos.

Contenido publicado en La Mirada

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