La mera extrapolación de las estrategias económicas adoptadas en los últimos 30 años, más allá de suséxitos en mejorar las condiciones materiales de vida de los chilenos, es absolutamente insuficiente para sustentar este tipo de desarrollo futuro.
Para hacerlo será necesario modificar el vector de objetivos de la política económica –tanto en sus dimensiones micro como macroeconómica–en la dirección de un crecimiento equitativo y sostenible, incorporando deliberadamente nuevos ejes estratégicos que orienten las políticas públicas en campos como la generación de empleos de calidad y la reconversión productiva hacia una economía verde, e impulsar importantes reformas institucionales que doten al estado de capacidades estratégicas para alinear esfuerzos transversales –públicos y privados—detrás de esos objetivos,y de instrumentos con la potencia necesaria para inducir los cambios de envergadura que se requieren.
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